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Archive for 19 de noviembre de 2012

Nueva York acabó en Valencia

Dispuestos a encajar algún infortunio más y después de echar la mañana trabajando, Jesusmiamigo y yo nos pusimos en camino hacia Valencia. Una hora de Ave y dos de espera en Chamartín, para enlazar con otro Ave que nos dejaría en Valencia a las 8 de la tarde.

Y como estaba escrito, la maldición del 13 comenzó a actuar, a la entrada en el tren me piden la tarjeta de familia numerosa, busco, busco y no encuentro y un “gordo cabrón” me dice que si quiero viajar en ese tren me de prisa en sacar el billete sin el descuento. Subo a taquillas, con un cabreo del 10, y me comentan que tengo que pagar el exceso no sobre mi billete barato, sino sobre el más caro; sin otra opción que protestar le digo a la amable señorita que lo haga y según la muy ca… me dice que el sistema se le ha venido abajo y que no puede hacer nada. Imagino que mi cara cambió del cabreo encendido a la desesperación, en diez minutos el tren se iba, se apiadó entre comillas de mí y le pasó el trabajo a su compañera que lo pudo solucionar poniendo 45 euritos encima del mostrador. Con una mirada de las que derriten icebergs me piré a toda leche de taquillas con el rabo entre las piernas y sin poder reclamar nada y mi fiel amigo allí me estaba esperando sin subir al tren, a pesar de que le había ordenado que si no llegaba se pirase sin mí, eso es un amigo.

La cosa iba según el guión previsto, había empezado mal y seguía de la misma forma. Puestos en faena nos tocaba un descarrilamiento o caída del sistema eléctrico del tren, pero gracias a Dios no ocurrió nada especial y llegamos a Valencia. De la estación al hotel y de allí directamente a cenar, sin ni siquiera deshacer la mochila. Mientras cenábamos recibimos de la organización un mensaje dándonos la bienvenida y con la probabilidad de precipitación para el domingo, un 70 %. Agua íbamos a tener sí o sí, lo que no sabíamos era la cantidad y para abrir boca descargó un tormentón con rayos y centellas de todo tipo mientras volvíamos al hotel.

Pues estaba claro, el final de la maldición del 13 era que nos iba a tocar hacer el maratón con un exceso de hidratación. Con esta idea en la cabeza nos fuimos a la camita y al despertarme a las 6 llovía ligeramente, desayuné como mandan los cánones tres horas antes de la partida, cerré la persiana y me volví a la piltra mientras Jesusmiamigo deambulaba por la habitación. Cuando me levanté y volví a abrir la ventana el milagro se había obrado, estaba casi despejado y con poca pinta de que inicialmente fuese a llover. No me lo podía creer, ¿nuestra suerte iba a cambiar?, pues sí, ¡qué buena sensación ir a la salida en manga corta!

En la salida, me despido de Jesús con un abrazo, ya sabéis que el prefiere la compañía femenina en las carrera y ya había quedado con la mujer de Gerardo para acompañarla un buen rato. Me planto en el cajón con uno de los amigos frustrados de NY, con idea de hacer cada uno nuestra carrera y después de la primera salida nula vivida en un maratón y siete minutos después de maniobrar (un pasito para atrás de 9000 tíos debe ser complicado y después otro más complicado…) nos pusimos en marcha. Empecé pensando hacer los primeros kilómetros a 4.50, pero no vi el primer kilómetro hasta el 3 cuando ya estaba a 4.40. Intenté bajar de ritmo, pero el dejarte caer con mucha gente alrededor es complicado, te llevan y no puedes. A partir del 9 y hasta el 19, ya sin tanta gente, bajé el ritmo un poquito a 4.45. A partir de ahí, subí un poco la velocidad, 4.30-4.35, hasta que en el 32 me di cuenta que no podía con esos ritmos y poco a poco fui bajando y ya casi en el final un par de kilómetros me salieron a poco más de 5. De cabeza no fui muy fino, pensando demasiado toda la carrera y con ganas de pararme en los 5 últimos, con un dolor en el empeine derecho cada vez que iniciaba la zancada. Al final echando más narices que fuerza, casi contando metro a metro, me planté en los 200 metros de tarima sobre el agua que marcan el final del maratón para acabar con 3:18:33.

Con la sensación de haber podido con la maldición del 13 y la del deber cumplido después de los meses de entrenamiento, me voy de Valencia muy contento. No son las marcas de hace años, mis dos sub3, pero he corrido relativamente deprisa, con cabeza para aguantar los malos momentos y en un maratón muy bonito. Digo bonito, no por el recorrido que no lo es (sólo el final es espectacular y con la que llevas encima casi ni lo aprecias), sino por la gente, muchísima y con muchas ganas de animar; por la organización, avituallamientos perfectos a los dos lados, con mucha personal trabajando; y por los voluntarios, qué bonito es que después de más de tres horas zapateando llegues a la meta y te encuentres una sonrisa mientras te ponen una medalla y te preguntan cómo estás y eso 9000 veces. Repito un maratón que en organización y animación no tiene que envidiar a alguno de los grandes que he corrido fuera.

Jesúsmiamigo, después de compartir 26 km con Celia y Choco a ritmo de 5.15-5.20 decidió descolgarse para hacer su carrera, con mucha cabeza cogió su ritmo para acabar en 3.56, que serían 3.53 si no fuese porque es un señor y se paró 3 minutos a esperar a su compañera mientras hacía un pis. Le tengo dicho que debe ir con hombres que somos mucho menos complicados en todos los sentidos. De todas formas un carrerón.

Como está mandado y merecido nos metimos una buena paella postmaratón y de allí directitos al tren donde mi compañero se pimpló dos gintonics para celebrar el final del Maratón de Nueva York.

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